domingo, 11 de septiembre de 2011

soy alérgico a los gatos

porque la carne tiene muchas voces, que ya pocos escuchan,
...
como el silbo del barco entre la niebla
o el restallar del mar bajo la noche.
Javier Sicilia

la noche era nuestra
¿nunca habías asaltado una casa con la luna a cuestas?
-yo tampoco

los gatos sólo me gustan porque pueden ser nobles cómplices
transitan también las orillas de los muros sin dejar huellas
son (¡qué locura!) como todos los besos antes de que llegue la ausencia
despiertan con el frío
y temblando

soy alérgico a los gatos
(los gatos aún estaban despiertos)
es de día sólo aquí adentro
la oscuridad es el halo que permanece detrás de los témpanos
en el estanque donde el polvo es controlado por el tiempo

los nervios en mi pecho emiten mensajes a la tarde
¿eres tú quien recibe al cuerpo en sus retrasos?
-sí ¿quieres pasar? aquí hace mucho frío


escriben solas las letras torpes la palabra i m p a c i e n c i a
son las nubes con vocación de alejarse como los recuerdos
¿y la memoria? ¡qué importa ahora! ¡Pensarás!
los amigos son mi única memoria
la versión feliz en la historia (y la más trágica)
las ganancias sin las deudas contraídas

no vaya siendo esta la excepción
en que la lluvia hará crecer algo
y los nuevos brotes con los días
te enredarán los pies
cuando sea tiempo
-tómate un café

no, hasta que me digas dónde perdiste las nubes y el sonriente rostro

martes, 31 de mayo de 2011

ayer te vi soñando

ayer te vi soñando
volabas los ojos igual que cuando miras
tus labios eran la misma canción en el aire
. . . la melodía salobre del aire
el calor de tu piel
la última morada en mis manos
la cuna de los rojos, el blanco y negro
diciendo adiós al infinito

lunes, 25 de abril de 2011

Ehecatl

el ruido tiene un nombre:
la llama Ehecatl
dios temeroso que al correr ensciende
quiebra las órbitas constantes
el sonido de los universos perdidos
los nudos del viento que tropan laderas
zurco entre la milpa y ladridos en música de ramas

Viertes el agua que amanece en los árboles
eres la voz que se tiñe con el hacer de las hojas cayendo
el más triste cuando te escuchamos con atención
la estación fugaz de las estrellas que agonizan
el nombre propio sin aroma
el humor que los otros dioses empujan y dominan
un remolino que se tortura de no multiplicarse hasta el infinito