lunes, 9 de marzo de 2009

y las canciones no dicen nada

En las canciones que entono vibran rayos lunares;
en la danza que ensayo mi sombra se aferra y deshace.
Los tres juntos, antes de beber, holgábamos;
ahora, ebrios, cada cual va por su lado.
Li-po


sé quien ordenó nuestra muerte he visto sus huellas en la alborada
sus pancartas sus leyes y su afán de propaganda
él es el cancer que en el centro de la tierra nos apura y nos retrasa
aquel que desordena el protoplasma de su multiplicación infinita
el que divide los mares y desorienta los embalses y nos traiciona desde las primeras lenguas
aquel que firma contratos para levantar más torres y nos dosifica las llamadas de larga distancia
y nos premia con blue berrys y nos da licencias para salvarnos de sus hazañas
él que distrae a las flores y deja que la carne se endurezca y se quede sin pelos y se esconda del alma
ese que escondió la luz tragándosela y nos deja su memoria en fogatas
y nos defeca en peces y correcciones literarias
y nos afirma en tapetes y nos reclama agua y más agua y nos convoca a puñaladas
él, que dispersa matemáticos y los confunde en sus manuales y promete a algunos las recetas glaciales y las imprime y les enseña a tirarlas
ya los cosmonautas se embriagan en sus lentes y las cocineras calientan sus cinturas
pero ninguno reinventa a los protoplasmas ni multiplica su carne blanda
sólo los virus que se disfrazan en sus almas y las hogueras y los láser
que se revuelcan se cuelgan y se abandonan de madrugada
y nos muestran otra entrada y un puñado de infinitas cuerdas y la luz en las ventanas