sábado, 1 de agosto de 2009

Uno

uno niega siempre ese reloj que apresura la cama
el olor que llama a negociar el alba

uno se cree parte de la revelación de los días
pero es la noche la que avanza en destellos y libros mercurianos

uno cree a veces en el corazón que inflama y la sangre que corre
en la sombra de una voz en la ventana

uno lleva un soplo, el pan o su llavero
y se va y toma los caminos en círculos
y tropieza en ópalos o termina en triángulos

uno es la niña confundida de los ojos diurnos
y el tiento en que se pisa el agua
y el cristal en areniscas vagas

uno salta y se monta en péndulos y notas
que desafinan o amortiguan las mañanas

uno se pierde en bosques para decir que descubre los hornos
y en la tarde se deshace con el tapiz del asombro

uno se forja y arde como silicio grácil
el vidrio tornasol en las solares horas de la noche