
en la orilla de las luces
donde las olas se recargan de espuma
escucho a lo lejos tus latidos
como quien pasa por fuera de una iglesia
y en la puerta alguien pide limosna
sin que salga dios a observar por las ventanas
¡ay de unos ojos que te han visto sin querer verte
y unos dedos perdidos en la sombra!
¡ay de los labios sin lunares
sin estrellas!
en altamar se escuchan cómo cantan los peces
antes de robarte un beso
sin hacer ruido –o murmurar– ¡amor mío!
las olas son flores marchitas
y el olvido de una balsa en la oscuridad
zambullen la luz para ser agua y mantarrayas
vacías
sin ti, para mí